Las corrientes marinas son desplazamientos de masas de aguas de los océanos y mares con una dirección constante. Son comparadas con enormes ríos que corren dentro del océano. Se clasifican principalmente por su temperatura en corrientes cálidas y frías. No obstante, tienen otras características que las diferencian como la cantidad de agua, su profundidad o su salinidad.
Con ello, podemos establecer la siguiente correlación de estas corrientes marinas con la reencarnación: la vida, como corrientes de agua fría y la muerte, como corrientes de agua cálida. Lo explicamos.
Nos hallamos en un mar o en nuestro espacio-tiempo, donde transcurren íntimamente ambas corrientes con sus diferentes características como ríos independientes, pero sin mezclarse por estar constituidos por naturalezas distintas.
La vida tal y como la conocemos, se puede ver como las corrientes de agua fría. En las distintas vidas de los seres humanos, aunque todas ellas sean aguas frescas, ciertamente difieren en sus otras características de cantidad de años (más o menos agua) y calidad de contenido (más o menos profundidad), percepción y sensibilidad (más o menos salinidad). Así mismo con esa multitud de grados y variables en sí mismas, en general, algunos seres humanos nadan en ese agua fría esforzándose por apreciar y comprender lo que hay en ella de una forma más sutil y elevada. Y otros, sin intentar aprender cosas nuevas y sumidos en una perspectiva de mera supervivencia instintiva.
La corriente cálida es la muerte. Tras la vida uno llega a la felicidad que se halla en el Devachán (más adelante veremos cómo llegamos a él).
Los seres humanos que transitan la vida sabiendo afrontar los obstáculos que se han encontrado con la mayor serenidad posible, valentía y han sabido sacar provecho, en el sentido de aprender lecciones, de la propia adversidad, cuando mueren y pasan a las corrientes cálidas, permanecerán más en ese estado de felicidad; que si por el contrario, son personas que no han sabido o no han querido resolver adecuadamente las dificultades de su existencia o porque han atendido exclusivamente a sus propios y estrechos intereses personales. Es este último caso, al morir, su estancia en el Devachán será mucho más corta. La duración en esta corriente cálida está en una exacta proporción a la cercanía o alejamiento del egoísmo vivido en su anterior vida. Y cuando regresa nuevamente a la vida, según este razonamiento, es posible que se encuentre con un río de agua bien fría, poco confortable y seguramente con muchas trabas que ir resolviendo para aprender más experiencias y no tener que repetir los mismos errores que nos lleva, visto desde esta perspectiva, a no evolucionar deprisa o ritmo adecuado y no descansar más tiempo en el estado del Devachán en la muerte.
Ahora podemos entender porque que hemos preferido representar la vida con la corriente fría y la muerte por la más cálida. La vida por ser más física y densa. Y la muerte como cálida por su sintonía con el afecto-amor-felicidad que irradia el Devachán. Además hemos afinado con esta última siendo menos pesada o salina, porque el cuaternario (cuerpo físico, principio vital, Astral o las emociones y Kâma-Rûpa o deseos animales y pasiones) de la Constitución Septenaria, descrita en un capítulo anterior, en la muerte-Devachán desaparece, lo mostramos más abajo.
6.1 Distinción Alma / Espíritu
Helena P. Blavatsky, distingue entre Alma/ Espíritu35. “Alma” es Nephesh, es decir, el alma viviente que poseen tanto animales como las personas. Recordemos, como hemos visto en la Constitución Septenaria es el cuaternario, Ego personal. Y “Espíritu”36 es la Triada, la parte inmortal del hombre37.
El espíritu es celestial, pero no es lo bastante puro aún para ser UNO con el TODO. Por ese motivo, debe ir purificándose a través de innumerables vidas.
Si bien el nacimiento tiene que ver con la vida terrestre y el sueño. Y la muerte se relaciona con la vida espiritual y el despertar. El Universo y la vida son cíclicos y el hombre debe existir –en ese progreso hacia su evolución– con una parte más espiritual (Manas superior) y otra más terrenal (Manas inferior).
6.2 Equilibrio de las fuerzas duales de la Naturaleza
Ahora bien, el espíritu ejerce una fuerza centrífuga hacia arriba y el Alma una fuerza centrípeta, gravita hacia abajo, hacia las pasiones.
Ambas fuerzas duales de la propia Naturaleza deben coexistir naturalmente en armonía38, tal y como lo hacen por ejemplo, las revoluciones planetarias. No debería aparecer un exceso o defecto ni de una ni de otra fuerza.
6.3 Altos del Ego que se encarna
Ahora que ya tenemos una idea formada de las partes que constituye la vida y la muerte en el hombre y su relación con el alma y el espíritu, podemos pasar a conocer los altos, entendidos como fases o estaciones, que existen en el proceso de la reencarnación y que es lo que realmente se reencarna de nosotros.
Debemos precisar que el Ego que se reencarna no es personal, sino el Yo individual. Cuando vivimos el Ego que actúa es nuestra parte personal. Cuando el cuerpo muere, nuestro astral y sentimientos pasan a su primer alto o parada: Kama-loka; es un espacio subjetivo que no está ni arriba ni debajo, sino también aquí mismo39 en nuestro mar común (nuestro espacio-tiempo). No obstante, éste está fuera del alcance de nuestras percepciones sensoriales actuales. En Kama-loka también es donde los animales mueren. Posteriormente, nuestra Triada se separa del cuaternario y se dirige a su verdadero alto o parada, el Devachán40. Así que lo que queda sin cuerpo y sin la Triada es un simple cascarón41 que no puede pensar y menos aún, ser algo espiritual.
Es importante comprender que cuando accedemos al Devachán solo nos llevamos exclusivamente lo más elevado de la vida terrestre, nuestros pensamientos (y acciones) más nobles, puros y sinceros (recuerdos manásicos), que según explica Helena P. Blavatsky, son las perlas que se engarzan al Alma-Hilo (Sutrâtmâ). “El hilo de oro contempla todas sus perlas y no pierde ninguna de ellas”.
Por este motivo, allí no se puede estar percibiendo cosas que nos puedan hacer daño o que no podamos solucionar, ya que de ese modo no podríamos ser libres y seguiríamos sufriendo. Con esto, si en la vida se han sembrado muchos frutos altruistas y fraternales, así será nuestra recompensa en calidad y duración en esta estancia de felicidad con nuestros seres más queridos.
Se nos dice que “el puro amor divino no es solo la flor de un corazón humano, sino que tiene sus raíces en la eternidad. El santo amor espiritual es eterno y tarde o temprano hace Karma que todos los que se amaron con ese afecto espiritual encarnen una vez más en el mismo grupo de familia. Repetimos que el amor de ultratumba, por más que lo tachéis de ilusorio, tiene un poder mágico y divino, que reacciona sobre los vivos"42.
Tras el Devachán se vuelve a la vida por un lado, adoptando un nuevo cuaternario que se prepara para que en la vida nos enfrentemos al Karma que es necesario que superemos para continuar nuestra evolución. Y por otro lado, también estaremos rodeados de aquellos que queremos, que nos necesitan y de los que debemos aprender. Todo ello, para seguir nuestro camino hacia el UNO (Âtman).
Cuando el hombre termina su evolución en la tierra y finaliza definitivamente ese collar de divinas perlas (pensamientos y acciones) bellas, justas, nobles y puras que estamos ensartando en la vida, volvemos a la eternidad (Âtman). “La gota del rocío [el collar de perlas] no se evapora sino que se convierte en mar”43.
Es importante entender y asimilar con valor y fuerza que solo nosotros por nuestro esfuerzo “somos los salvadores de nuestro Ego” en cada una de las vidas que existamos44.
MAF
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(35) La clave de la Teosofía, 56 y 58.
(36) En la misma línea, plantean el significado de “Espíritu” teósofos, neoplatónicos y doctrinas esotéricas orientales. La clave de la Teosofía, 76.
(37) En cambio, los kabalistas cristianos entienden que el espíritu humano se separa del espíritu universal y penetra en el alma del hombre donde permanece prisionero.
(338) La clave de la Teosofía, 135.
(39) Tampoco es en un arriba “cielo” o un abajo “infierno”, como parece ser el sentido cristiano.
(40) Continuamos en el mismo espacio pero en distinto plano de existencia.
(41) Este es el que puede hablar por medio de un médium. En un estado de Devachán, no hay posibilidad de asuntos terrenales. Se está en una felicidad completa.
[42] La clave de la Teosofía, 107.
[43] La clave de la Teosofía, 155.
[44] La clave de la Teosofía, 109, 111.